Hace muy poco, en Noviembre de 2017, por iniciativa del rey Abdullah II de Jordania, apasionado buceador, fue hundido en las costas de Aqaba,en el Mar Rojo, un enorme avión Hércules C-130 de las fuerzas aéreas jordanas. El Hércules C-130 es un avión militar de transporte táctico de grandes dimensiones, con una envergadura de cuarenta metros y capacidad para cargar veinte toneladas.

También tiene una dilatada historia.Hizo su primer vuelo en 1954 y sigue produciéndose en la actualidad. El avión fue cuidadosamente preparado para su inserción en el arrecife, eliminando todos los posibles contaminantes y todos los dispositivos que pudieran suponer un peligro para los buzos. Se practicaron algunos accesos adicionales y se retiraron las piezas que, como timones o alerones, pudieran desprenderse con el tiempo.

El Hércules de South Beach lleva, escasamente, dos meses bajo el agua, tiempo insuficiente, no sólo para que se fijen los corales, sino incluso para que se afinquen colonias de peces, aunque su interior ya sirve como cobijo a una densa nube de alevines. Uno de los atractivos de este pecio es que la cabina conserva los restos de uno de los pilotos, con la ropa, las botas y el casco cubriendo el esqueleto de … plástico. En el tren de aterrizaje de proa, como avance de lo que está por llegar, se ha afincado un curioso pez pipa fantasma, y este, a pesar de su extraña forma y de ser difícil de ver y de filmar por sus extraordinarias dotes de camuflaje, es un auténtico pez vivo, nada de plástico, en este caso.

La inmersión se realiza desde la costa y al salir, nadando de nuevo hacia la playa, se pasa por el famoso Tanque, un cañón antiaéreo autopropulsado M-42, un pequeño blindado de un modelo conocido como Duster. A poco más de cinco metros de profundidad y muy cerca de la salida, es el lugar ideal para la parada de seguridad.

El tanque lleva ya 20 años bajo el mar y, al contrario que el avión, está completamente coralizado, algo que, unido a su reducido tamaño, a la poca profundidad y a la transparencia del agua, dan lugar a un entorno muy amable para el fotógrafo submarino y, a pesar del propio carácter militar del blindado, de una gran belleza.