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Naufragios en la costa de Telde (XIX): 'Rocroi' (1973)


Pecio El Francés (Foto: gentileza Eduardo Grandío)

Artículo publicado por Rafael Sánchez Valerón en TeldeActualidad. Lunes, 11 de agosto de 2014 Tiempo de lectura: 5 min

A modo de novela fantástica

No corrió la misma suerte el “Rocroi” que su hermano el “Andrea”, que habiendo sido atrapado tres años atrás por las garras de la insaciable “Baja de Gando”, logró salvarse refugiándose en el Puerto de la Luz, para curarse de las heridas leves que había sufrido en su casco en una desigual lucha, donde, en la mayoría de los enfrentamientos la victoria correspondía al ya archifamoso escollo marino.

El “Rocroi”, en el décimo octavo combate que nos toca narrar, perdió la vida, cuando “la Baja” con sus afiladas zarpas desgarró las entrañas del incauto pesquero causándole la muerte, después de una breve agonía que se acentuaba mientras que el agua invadía su interior, encontrando descanso eterno en la necrópolis de los fondos marinos de Gando donde ya reposaban varios de sus hermanos que no habían logrado sobrevivir a las embestidas del “monstruo marino”.

Las fuentes documentales y materiales

Para complementar las fuentes primarias de información, acudimos a las investigaciones recientes en el mismo lugar de los hechos, efectuadas por Eduardo Grandío, que ha sabido localizar, situar y en algunos casos rectificar datos anteriores que se habían hecho y realizar exactas coordenadas y precisas descripciones de los distintos pecios, que ha sabido plasmar a través de sus páginas web. En sus avanzadas investigaciones ha determinado que el pecio popularmente conocido por “El Francés” corresponde al “Rocroi”, eje central de nuestro relato y de cuyas páginas se han tomado datos de carácter técnico y descriptivo.

Características técnicas del “Rocroi”

Peso (tonel): 232 GRT, bruto.

Dimensiones: 31,1 x 7,9 x 4 m.

Material: acero.

Propulsión: Motor alternativo del ciclo Diesel.

Ejes: Único, 1 hélice.

Actividad y singladura

Motopesquero francés, consignado en la firma “Frucasa” de Las Palmas, dedicado a la pesca en el banco canario-sahariano, especialmente en la zona próxima a Senegal. Con un una tripulación formada por diez personas de nacionalidad francesa, navegaba hacia el Puerto de la Luz para suministrarse de gas-oil.

El siniestro

Al acercarse demasiado a la costa, por circunstancias que se desconocen y cuando eran las diez de la noche del miércoles 12 de Diciembre de 1973, después de “tocar la baja”, sufrió daños en el casco, pero logró mantenerse a flote y desplazarse hacia el sur, poniéndose a salvo la tripulación. Teniendo en cuenta que ese día el viento soplaba suave del N.E. y a esa hora la marea salía del repunte de bajamar (20,40), siendo previsible que la corriente en esa dirección era todavía suave, y calculando que en esas circunstancias su velocidad sería algo menos de 1 nudo, tardaría unos 20 minutos en recorrer 519 metros hasta hundirse en el lugar donde hoy se encuentra convertido en pecio. En su agonía siguió casi la misma dirección que sus antecesores: Ville de Pará, Monte Isabela y Alfonso XII.

El rescate

Ante la desesperada situación, el patrón lanzó una llamada de socorro que fue recogida por la Estación Costera Radiotelefónica de la Compañía Telefónica Nacional de España en Las Palmas que puso en alerta a los buques que navegaban por la zona, al tiempo que lanzaron bengalas, para luego abandonar el buque con toda rapidez. Una bengala fue divisada por la tripulación del pesquero español Teresa Falque que en aquellos momentos navegaba por las cercanías junto a su pareja Generoso Marqués. En su informe al Comandante Militar de Marina de Las Palmas, el patrón del Teresa Falque, Juan García Mariño, manifestó que había observado que un buque que navegaba en su misma ruta realizó una extraña maniobra a las 21,30, cambiando el rumbo a estribor; al considerar que esa dirección era zona peligrosa, no lo perdió de vista; transcurridos 15 minutos comprobó que había lanzado una bengala por lo que acudió en su ayuda con las debidas precauciones comprobando, que sus diez tripulantes se encontraban en el agua, procediendo a su rescate.

Atención a los náufragos

Una vez realizadas las primeras atenciones a bordo, el Teresa Falque puso rumbo al Puerto de la Luz, a donde llegaron a las 23,30, siendo recibidos en el muelle por un celador de la Comandancia Militar de Marina y representante de la casa consignataria del pesquero siniestrado, así como personal y capellán de la Casa del Marino, lugar donde se hospedaron hasta ser repatriados a su lugar de origen, después de realizadas las gestiones por el consulado francés en Las Palmas y la consignataria del buque.

El pecio

Sobre un fondo de arena el Rocroi se encuentra escorado sobre su costado de estribor a 27 metros de profundidad en una zona de fuertes corrientes, exactamente a 530 m. al SW (218º verdadero) del punto de mayor elevación de la “Baja de Gando” y a 515 m. (al 245º verdadero) del Ville de Pará. El casco se encuentra entero y por su orientación, las cubiertas están protegidas de la corriente, por lo que su estado de conservación es particularmente bueno para los 40 años que lleva sumergido.

El acontecimiento y su trascendencia

El suceso tuvo poco eco en la prensa de la época, pasando casi desapercibido, quizás por tratarse de un barco pequeño y en el que no hubo víctimas. En la actualidad, al constituir un arrecife artificial, con la consiguiente presencia de bancos de peces, los pescadores lo han bautizado con el nombre de “el Francés”, perdiéndose para la voz popular el nombre que rememora la batalla de Rocroi donde las tropas españolas fueron derrotadas por los franceses en 1643, en un extraño símil que podría alimentar la fantasía sobre el misterio que a lo largo de tantos años envuelve a la “Baja de Gando”.

Rafael Sánchez Valerón es cronista oficial de Ingenio.